Llamadme supersticioso, pero el aire estaba helado cuando salí de Edimburgo en un tren con destino a la estación de Dunkeld y Birnam, en las Highlands de Perthshire. Había llegado el otoño, una estación sinónimo de lo sobrenatural como ninguna otra. Mientras el tren de ScotRail se dirigía hacia el norte, la luz se desvanecía en el horizonte, dejando un resplandor rosado en el cielo antes de que todo oscureciera.
Puede que ésta sea mi época favorita del año en Escocia, cuando las hojas se enroscan y caen al suelo formando un conjunto de tonos amarillos, marrones y rojizos. Es una época muy atmosférica y perfecta para pasear. Eso sí, hay que abrigarse adecuadamente ya que puede hacer frío, sobre todo por la noche...
Mi destino estaba a 1 hora y 45 minutos de Edimburgo, tiempo suficiente para leer y reflexionar. Dejé mi libro y consulté mi aplicación de ScotRail, nos acercábamos a la estación. Mind the gap, hora de bajarse. El tren continuó su recorrido mientras se adentraba en la noche hacia Inverness. Tracé una ruta a través de las oscuras calles, con las farolas guiando el camino, y crucé el puente sobre el caudaloso río Tay hacia el antiguo centro de Dunkeld.